23.6.06

SIGUEN LOS RUMORES. CUANDO EL RIO SUENA...


Como ya tuvimos oportunidad de mencionar en algún comentario de este blog, son muchos los indicios sobre la posible vuelta de tuerca que el Papa daría a la cuestión litúrgica. Según parece también se incluiría la vuelta de los altares. En este artículo cuya traducción libre nos pertenece, un alto funcionario de la curia vaticana, nos da lo que parece ser un anticipo de esos cambios. Roguemos para que la Iglesia Universal, y en particular los obispos, acepten dócilmente la decisión del Papa.

Un allegado del Papa propugna el regreso de la misa en latín

23 de junio de 2006 - lefigaro.fr

El número dos del “ministerio” de culto de la Santa Sede estima que hace falta devolverle la solemnidad a la liturgia. Un nuevo gesto en dirección a los tradicionalistas.

LA MISA en latín vuelve a ser vien vista en el Vaticano. Reestablecer ciertos aspectos de la misa anterior al Vaticano II «es una urgencia». Cuarenta años después, hace falta una verdadera reforma de la reforma, devolver su solemnidad a la misa y recordar que el rol de los laicos no es el de los sacerdotes.

Tal es la sustancia de las propósitos de Mons. Malcom Ranjith Patabendig a la agencia I.MEDIA. Causarán placer a los católicos tradicionalistas y a los Lefebvristas.

Este diplomático de Sri-lanka, numero dos del «ministerio» de culto y de la disciplina de los sacraentos, está alineado con Benedicto XVI que lo puso deliberadamente en ese puesto.

Después del Concilio Vaticano II, «se hicieron ciertos cambios poco reflexionados, en la rapidez del entusiasmo», lo que desembocó en «una situación opuesta a aquella que se deseaba », estima el antiguo nuncio en Indonesia. De alguna manera, una traición al espíritu de las reformas.

La misa «de espaldas al pueblo»

Retomando la cruzada contra los abusos litúrgicos, no escatima sus palabras contra las «direcciones erradas como el abandono de lo sagrado, la confusión de los roles entre los laicos y los sacerdotes, o incluso ciertos cambios que han vaciado las iglesias protestantizándolas.

Esos cambios de mentalidad han debilitado más que reforzado el rol de la liturgia» y han favorecido «el secularismo».

La Iglesia habría así perdido mucho a los ojos de los muchos jóvenes y sacerdotes. Para Mons. Malcom Ranjith, «ella debe ser sensible a esas urgencias que las gentes sienten y reencontrar ciertos aspectos de la liturgia del pasado». La Santa Sede llama también a los obispos a «reforzar el patrimonio del pasado» conservando los bienes del concilio en materia litúrgica (la utilización de la lengua vernácula, en particular). En efecto, «el antiguo misal llamado de san Pío V nunca jamás ha sido abolido». Una afirmación que no es nueva. Para el antiguo nuncio, es injusto dar una imagen negativa de la misa reivindicada por los tradicionalistas. Es necesario, al contrario, perfeccionar el misal actual.

Esta palabras reflejan el pensamiento del Papa. En abril último, una reedición en italiano de un libro de quien era entonces el cardenal Ratzinger exhumó sus posiciones favorables a la celebración de la misa en latín, «de espaldas al pueblo», según el antiguo misal. Hace ya tres años, el futuro papa expresaba su deseo de reabrir estas cuestiones, lamentando «los fanatismos» del debate post-conciliar sobre la liturgia. Benedicto XVI está trabajando en ello y sus directivas son escuchadas, mientras él ha multiplicado los gestos con respecto a la franja tradicionalista de la Iglesia católica y de la Fraternidad San Pío X. Pero con esta última, la «querella de los ritos» no es más que un punto de la controversia, la enseñanza doctrinal del Concilio Vaticano II es otra que parece más difícil de sobrepasar. Pero Benedicto XVI, reponiendo el antiguo misal en estos días, abre una brecha en la que numerosos fieles, en delicada situación con Roma, podrán guarecerse.

http://qien.free.fr/2006/200606/20060623_figaro.htm

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Sinceramente, creo que volver a la misa de espaldas al pueblo seria un retroceso muy serio en el avance que va teniendo la liturgia en la Iglesia. Seria alejarse mas de la gente aun.

Soy un defensor de que haya diferentes tipos de celebraciones, incluso en latin, en las parroquias, para llegar de distintas formas y carismas a la gente. Pero buscar hacer una reforma de la reforma creo que seria algo terrible, que tendria consecuencias mas que negativas en la Iglesia.

Sds,
Rome

8:14 p.m.  
Blogger La Espada y la Cruz said...

Estimado Rome: Creo que es necesario hacer una aclaración, incluso valedera para el artículo que usted comenta. La misa tradicional, romana, Tridentina o de San Pío V no se reza "de espaldas al pueblo". El modernismo ha invertido, al menos formalmente, el sujeto a quien está dirigida la Santa Misa. En efecto si usted revisa los antiguos misales populares (por ejemplo el de Dom Gaspar Lefebvre), es muy común advertir que en las introducciones se dice que la misa es un sacrificio que se ofrece, ante todo, a las tres divinas personas..., etc. Con ello no quiero decir que esa intención no esté presente en el rito nuevo, novus ordo, misa de Pablo VI o como quiera llamarla. Lo que quiero señalar es que siguiendo ese principio, la misa se celebraba "versus Deum" o de cara hacia Dios. No es que el sacerdote diera la espalda a los fieles, sino al contrario que todos rezaran la misa mirando a Dios, presente en el sagrario. Una de las consecuencias nefastas, aunque lógicas, de la reforma litúrgica, es precisamente la necesidad de retirar el sagrario a una capilla lateral para evitar que el sacerdote rece misa dándole la espalda (lo que parece al menos un contrasentido). La solución adoptada tampoco se compadece con el lugar de preeminencia y centralidad que debería ocupar el Señor de la Casa.
En cuanto a la necesidad de llegar a la gente, que usted menciona, si bien es un loable propósito es claro que no puede hacerse a costa de todos los otros bienes. En ese sentido, y si bien el del número no es un argumento definitivo, los experimentos litúrgicos posconciliares no parecen haber "llegado" con demasiada efectividad a la gente. Las estadísticas respecto de la disminución en la asistencia a la misa dominical son alarmantes, lo mismo que el creciente número de apostasías. El entonces Cardenal Ratzinger, al dirigirse al cónclave hizo una constatación muy realista acerca del estado de la Iglesia como una barca que hace agua por todos lados. Parte de culpa de dicha crisis está, precisamente en la pérdida de sacralidad inherente a la nueva liturgia.
Por lo demás, su anhelo de diversidad no se compadece con su visión negativa de una reforma o de la liberación del antiguo misal. En efecto, hoy en día tienen cabida en la Iglesia las más variadas aberraciones litúrgicas sin que prácticamente se conozcan casos de ejercicio de la autoridad correctiva de los obispos. Sin embargo, la multisecular misa que se gestó en una evolución homogénea desde los primeros siglos permanece casi proscripta y cuando el Papa Juan Pablo II solicitó en su Motu Propio Ecclesia Dei su permisión generosa, la inmensa mayoría de los obispos hicieron oídos sordos a su petición.
Para terminar, dudo que la restauración de la misa tradicional o incluso la reforma del nuevo rito puedan traer consecuencias negativas para la Iglesia. Más bien al contrario. Sabiendo que con ello los sacerdotes se reencontrarán con el sentido de la sacralidad, que usarán las mismas plegarias que llenaron los días de tantos santos sacerdotes, que estarán así unidos al perenne río de una tradición de riqueza inagotable, que trascenderán los estrechos cánones de belleza que paupérrimamente pretenden adornar el santo sacrificio con misas folk, rock, payacescas, etc.; que recuperarán el sentido de la solemnidad y, sobre todo, que volverán a encontrar la inmensidad de los silencios sagrados, tan hostigados hoy por los micrófonos con tronantes voces en off. No señor Rome, no tema, la misa que forjó tantos santos, la que impulsó a tantos misioneros capaces de heroicas hazañas, la que conquistó para Dios los corazones de los inhóspitos habitantes de estas tierras américana, la que expandió la cristiandad allende los mares, la que maravilló con su belleza a los príncipes paganos, la que está canonizada por el uso de los siglos y confirmada por innúmeros milagros, la que es, en definitiva, el más grande tesoro de la Iglesia Latina, nunca puede ser fuente de males sino más bien, una fuente inagotable de tesoros de gracia y bienes sobrenaturales.Parafraseando a un gran luchador por la restauración de la misa de siempre, señor Rome: No tenga miedo de hacer la experiencia de la Tradición.

10:28 p.m.  

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