SILOS...VIERA SANTO DOMINGO

Silos prepara un museo para «acercar» el monacato a la sociedad actual
Silos (Burgos)- La abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos) reforzará su condición de centro de espiritualidad con la apertura, en 2008 o 2009, de un museo del monacato en el antiguo convento de San Francisco, desacralizado en el siglo XIX tras las desamortizaciones y muy cerca del anterior.
Según explicó a la agencia Efe el abad de Silos, Dom Clemente Serna, para esa fecha estará preparada la exposición permanente que se instalará en el antiguo claustro, que quedará cubierto, con el objetivo de explicar «el itinerario histórico y espiritual del monacato sobre todo occidental, aunque sin olvidar en extremo oriente el budista, hinduista o sintoísta».
La pretensión, según Serna, es conseguir que el futuro museo se convierta en una forma «atractiva y asimilable de acercarse al monacato», sobre todo del occidental, que tomó fuerza en el siglo V y prácticamente salvó la cultura grecorromana, además de realizar aportaciones a la cultura, al arte y a la vida del mundo occidental. «Resulta complicado para muchas personas entender algo que tenemos en común todos los monjes sea cual sea nuestra religión, porque dejamos todo aparentemente a cambio de nada, aunque la clave está en que intentamos ser nosotros mismos», afirmó el abad.
Los benedictinos de Silos también tienen previsto convertir parte de las dependencias del antiguo convento de San Francisco en un centro de pensamiento y reflexión religiosa para analizar «las inquietudes de la sociedad global desde diversos puntos de vista». Además, se habilitará una hospedería mixta que completará la del cenobio de Silos, que sólo admite varones.
Hasta ahí la crónica, casi burlesca. De todo esto hay algunas notas que me parece desentonan bastante en el magnífico concierto de la vida monástica católica. La primera es la propia idea del museo. Los museos son aquellos lugares reservados donde se preservan testimonios de una época pasada, vestigios de una civilización desaparecida. Los museos en algún sentido son habitados por los muertos. Cuando algo pasa a formar parte de la colección de un museo es porque ya no ocupa su lugar ni su función en el mundo de los vivos. Una casa que se convirtiera en museo ya no sería “habitada”, vivida.Un antiguo claustro que se convierte en museo es un claustro vacío. Su conversión en museo es precisamente un claro indicio de lo alejado que está el monacato de la sociedad actual y viceversa. No se bien por qué, pero se me ocurre que en lugar de convertir los monasterios en “museos del monacato multicultural”, los monjes deberían mas bien empeñarse en llenarlos de novicios. ¿Novicios? No Señor, usted no ha entendido. La idea del monacato es “acercarse a la sociedad”. ¿Y cómo hacen los monjes del Siglo XXI para acercarse? Convierten el claustro en museo y tal vez expongan incluso allí, como atractivo algo surrealista, alguna celda previamente emparedada de ascéptico cristal donde los visitantes puedan observar al superior durmiendo la siesta, evento que según el asesor de imagen contratado por la comisión monacal pro museo será mayor atracción que la propuesta tradicional de acompañarlos al rezo de las vísperas (oración antiecuménica si las hay). A propósito, no se vaya a creer que los devaluados monjes van a limitarse a recordar las glorias del monacato católico, no no, nada de exclusivismos. La idea es destacar la función del monacato en todas las culturas, religiones, tiempos y planetas. “La muestra no tiene que ser católica, sino universal” les habría sugerido el indocto asesor. Y así van a exponer desde las excrecencias de Shiva, devoradas por los monjes hindúes, hasta las diversas variedades y modelos de camas de clavos generosamente donadas por los deudos de algún ex fakir oriental, sobre las que ¡por el Amor de Cristo!, no se atrevería a acostarse ni el más mortificado de los monjes de Silos (cuya proeza máxima según dicen fue hacer 45 minutos de cola para sacar el abono estudiantil del eurailpass para ir con el equipo mixto de animación pastoral a las Jornadas Mundiales de la Juventud de Alemania, de las que volvió exhausto el pobre, reponiéndose ahora de vacaciones en Ibiza, donde lo acompañó parte del mismo equipo de animación). A tono con la propuesta de la muestra y con motivo de la mudanza del claustro a las nuevas construcciones (con banda ancha y televisión por cable en cada celda, según aseguran los candidatos a visitantes anotados en lista de espera hasta el 2016), reemplazarán el viejo cartel que rezaba “Los que aquí entran, olvídense de sí mismos” por uno nuevo que sigue los profundos pensamientos del Abad, referidos en la nota: “Los que aquí entran, sólo buscan identificarse a si mismos”. El letrista del pueblo, encargado de pintar el cartel, y habiendo comprendido el lema al primer vistazo, cuando vio que no entraba en el estrecho marco del frontispicio quiso sintetizarlo por el que sigue, mucho más certero: “Los que aquí entran sólo se buscan a sí mismos”, y viendo que este tampoco entraba se le ocurrió pintarlo no linealmente sino como en verso, para que cupiera, y lo redujo, con buena lógica a estas cifras:
“No se quien soy,
de donde vengo
ni a donde voy”
Lema con el que la comunidad monacal, abierta a la contemplación de tipo oriental, ahora sí que se siente más identificada. Además es atractivo, por lo enigmático, para los y las turistas que ya podrán venir a instalarse a la hospedería (a unos cientos de euros la noche) a conocer la buena vida que se dan los monjes con los ingentes ingresos que les proporciona el museo.
¿Y Santo Domingo? Bien gracias.
2 Comments:
El monacato cristiano -sea occidental u oriental- es esencialmente distinto del monacato budista, hinduista, zen, etc. Como dijo Chesterton (palabras mas, palabras menos), el monje cristiano se queda con nada para alcanzar el Todo, mientras que el monje oriental deja todo para lograr la Nada.
Excatamente, Cruz y Fierro. Más aún, Chesterton (Ortodoxia) compara las figuras místicas orientales con lla de los santos occidentales. Estos últimos aparecen con los ojos abiertos, mientras que los orientales aparecen con los ojos cerrados, y de esta manera comienza Chesterton (con esa forma inigualable de escribir y decir las cosas) una comparación imperdible acerca de lo que vos decís. Los Orientales cierran los ojos para verse a sí mismos, mientras que los santos los abren para ver la realidad a la cara.
Pretender comparar la actividad monástica occidental con la oriental, es una muestra más de la renuncia occidental a su rico pasado, y de verlo a la luz de un sincretismo idiota (en el sentido griego de la palabra).
Publicar un comentario
<< Home